No es fácil dejar atrás la experiencia traumática cuando tienes que enfrentarte a las miradas, interrogatorios, cuestionamientos y, en ocasiones, crueldad de los que te rodean.
Desde el Proyecto ESPERANZA queremos ofrecer estos testimonios con el fin de reconocer el valor, fortaleza y lucha que constituye la vida de estas mujeres.
La lucha contra la estigmatización
Cuando salí de la situación tenía 16 años. La primera persona con la que hablé fue un policía. Le pedí ayuda, él me entendió y se ofreció a ayudarme. Por un lado, me sentía segura, pero por otro lado, con mucho miedo. Me sentí apoyada, comprendida y sabía que me iba a ayudar y que iba a empezar una nueva vida. Después de hablar con él, me ofreció ayuda pero me dijo que tenía
que denunciar, entonces me acompañó y puse la denuncia.
Tenía mucho, muchísimo miedo. La verdad es que no sabía si era bueno o si era malo lo que estaba haciendo, no sabía nada. El miedo no me dejaba pensar y me dejé llevar.
Me trataron muy bien, con mucho cariño. No he tenido ningún problema, me han apoyado. Me dijeron que lo mejor era que denunciara. Yo tenía miedo, estaba indecisa, no quería que el día de mañana me pasara algo a mí o a mi familia.
El lugar donde hice la declaración era lo más horrible que puede haber en este mundo para mí. Estaba en la calle. Estaba desnuda. Después me llevaron a una comisaría fuera de allí. El sitio estaba bien. Había varios agentes, estaba muy insegura, pensaba ¿dónde me he metido? ¿qué es lo que he hecho? Ellos me hablaban, yo ni me enteraba, me tuvieron que traer una traductora para que pudiera entender, comprender. Había muchas cosas que yo no entendía, a pesar de que estaba en una comisaría mis miedos estaban a flor de piel. Ellos estaban pendientes de mí por si me faltaba algo, por si necesitaba algo, pero mi cabeza estaba en lo que estaba.
He tenido que contar varias veces mi historia, no me acuerdo cuántas. Se lleva fatal contarlo tantas veces. Yo hubiese preferido enterrarlo y ya no volver a recordarlo ni volver a escuchar nada.
El proceso judicial no sé cómo terminó, ni quiero porque eso lo quiero dejar ahí zanjado. Prefiero estar como ahora y de lo otro no saber realmente nada porque me entra un trauma, me entra pánico. Es tener una fobia. No llegué a ir al juzgado, me da pánico.
La verdad es que aunque salgas de ahí siempre hay alguien que te reconoce. Te sientes mal porque las personas que te miran y hablan no saben lo que he pasado, lo que he sentido, lo que siento o lo que dejo de sentir. Es incómodo. Después de seis años hubo un chico de mi trabajo que me reconoció, frecuentaba el sitio donde estaba yo, y a lo largo de unos meses empezó a hablar, a contarlo. Los demás empezaron a mirar internet, a mirar cosas. Yo no sé si hay algo, yo no he visto nada mío. Pero yo sé que hay algo en la red, pero yo no lo encuentro.
La gente no lo entiende ni lo va a entender, porque yo tampoco estoy dispuesta a coger a cada uno de mis compañeros y contarle, vamos a ver ¿tú sabes de lo que te estás riendo? Es que no quiero contarlo y empezar otra vez. Yo lo que intento hacer es mi vida tranquila, un trabajo, mi trabajo, cuidarlo. Tengo a mi familia, si la gente se aburre, pues que haga otra cosa, pero que no se ría de las desgracias de los demás porque para ellos es algo divertido.
Ya está otra vez mi pasado, que en vez de dejarlo atrás lo que ellos me hacen es recordarlo con las indirectas, con las miradas, con los comentarios que hacen que se les escucha hablar. Si es que yo no les he hecho nada, yo los trato con cariño, incluso, a pesar de todo, siempre que les hablo, no les falto nunca el respeto, a pesar de saber lo que ellos hablan detrás de mí. Mi pasado es mi pasado, que lo dejen.
Mi pasado es ahora mismo mi presente y como siga así va a ser hasta mi futuro. Es que no puedes dar un paso adelante, estoy parada en el tiempo. Ahora mismo yo es que me veo mal, con lo que me está pasando me veo mal. Estoy bloqueada, no puedo avanzar. Me encuentro igual que antes, con miedo. Temo mucho que me puedan encontrar, que le pase algo a mi familia. Quiero que en un futuro mi pasado sea realmente pasado, que no sea presente. Quiero ser feliz. Ahora toca otra vez luchar para conseguir la felicidad. Sacaré las fuerzas de donde no las tengo.
Mujer rumana
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